EL BANCO DE AGUA ¿UNA AMENAZA?

El agua es un recurso escaso, pero imprescindible para la vida. En los últimos años hemos podido ver campañas publicitarias en torno al ahorro del recurso, la eficiencia en el consumo, la solidaridad en su distribución, la huella hídrica, todo eso nos crea una mala conciencia de que estamos haciendo un mal uso del agua, una mala gestión de este escaso recurso como usuario y consumidor y que quizá sería más conveniente dejar en manos de empresas gestoras su uso. Considero que esto es una falacia.
Con estas letras sólo pretendo llamar la atención de que el agua no puede ser una mercancía sujeta a las leyes del mercado, donde unos pocos se están quedando con el poder de decidir si tus campos, tu casa, tus animales, tus municipios tienen derecho a acceder al agua y sobre todo: a decidir el precio de nuestras vidas. Porque van a estar ligadas a las decisiones que permitamos que se tomen.
No somos conscientes del mundo en el que vivimos, cuando ponemos en manos de políticos y negociantes, este derecho y esta necesidad tan vital: acceder al agua libremente. Al levantar el velo de esas empresas gestoras, te encontrarías con un lucrativo negocio donde unos pocos tienen el control del contador y del grifo. Nadie tiene el derecho moral de impedir que un ser vivo pueda hacer uso del agua o, incluso morir, al impedir su acceso si no paga un precio o no se está sujeto a una cuota de asignación
Nuestros más remotos antepasados ya tenían conciencia de la necesidad de preservar el uso del agua como elemento imprescindible para la vida. En el siglo 87 a.C., se dictó la primera sentencia de la que se tiene constancia en Derecho aragonés, fue por un tema de agua. La Tabula Contribiensis, o Bronces de Botorrita, son cuatro inscripciones grabadas en placas de bronce; tienen en común tratarse de escritos jurídicos o litigios entre ciudades.
Tres de ellos están escritos en lengua celtibérica y el cuarto en latín. Se descubrieron entre 1979-1992 y están fechados el 15 de mayo del 87 a.C. En ellos se recoge el pleito entre las ciudades de Salduie y Alaun por la construcción de una canalización para las aguas. Los habitantes del Salduie querían extraer agua del río Jalón, algo a lo que se negaban los alavonenses ya que era de donde se abastecían ellos, así que decidieron acudir a un juez neutral para dirimir el asunto. Finalmente se falló a favor de Salduie y, aparece un listado de 245 personas con permiso para sacar agua de las reservas hídricas del interior de la ciudad.
Se trata del primer litigio registrado en la Península Ibérica relacionado con la planificación de regadíos. Pero nunca en la historia se ha encontrado o dado la posibilidad de prohibir e impedir que se tenga acceso como estamos viviéndolo hoy en día. Incluso reyes o dictadores basaron sus políticas en mejorar y generar un acceso público y universal del agua para todos.