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LOS DERECHOS DE LOS ABUELOS

Tradicionalmente, los abuelos han desarrollado una importante labor de transmisión de tradiciones, valores y cohesión familiar. Al mismo tiempo han ayudado al cuidado de los nietos, cuando la situación lo requería. Pero, nunca había sido tan necesaria, tan generalizada, ni tan apreciada como hoy, la contribución de los abuelos en el cuidado de sus nietos.

En primer lugar, están los casos que los dos progenitores trabajan, y hace falta alguien que los cuide durante el horario laboral, durante las horas que no cubren colegios ni guarderías. Las familias con rentas altas, pueden contratar personas que los cuiden durante su ausencia, pero la inmensa mayoría necesita los dos sueldos de la pareja para vivir.

Cuando una pareja siente la necesidad de ser padres, es muy difícil que se hagan ese tipo de consideraciones y, en todo caso piensan "ya nos ayudarán los abuelos". Creo que es una reflexión afortunada y que beneficia a todos, padres, abuelos y nietos, por no hablar de nuestro país, ya que el mayor patrimonio del Estado es la prole.

Desde luego, no hay dos situaciones, ni dos familias iguales, y por tanto, este pensamiento tiene muchas excepciones, pero si las partes implicadas están de acuerdo, el beneficio es seguro para todos.

Los padres pueden realizar sus deseos de perpetuar la especie, sacrificando su libertad, su comodidad y su economía en beneficio de su prole, y saben que sus hijos no pueden estar mejor cuidados, ni pueden recibir un cariño más desinteresado que el que les brindan sus abuelos.

Los nietos reciben la más absoluta dedicación por parte de sus abuelos, éstos no escatiman tiempo ni cariño, disponen de un caudal de ambos tesoros para ofrecer a sus niños. Esa dedicación comprende compartir sus juegos, llenarlos de mimos y caricias. Narrarles la historia familiar, sus costumbres, sus tradiciones, son otras de sus importantes aportaciones a la educación y al crecimiento personal de sus nietos.

Explicarles que la noche sucede al día, la luna al sol, que unos animales andan, pero otros vuelan y, sin embargo, algunos pueden nadar !Son tantas las cosas que los niños quieren saber en cada momento del día...! Cantarles canciones, recitarles poesías, que repitan versos, resuelvan adivinanzas, consigan decir trabalenguas. Todo lo que los abuelos han aprendido a lo largo de su vida, y que quizá en su día, no pudieron transmitir a sus hijos, porque la completa dedicación al trabajo, a su cuidado y crianza, les hurtó día a día, el tiempo suficiente.

El inmenso cariño que les dedican los abuelos, hace posible que al sentirse amados, aprendan a amar; que al verse respetados, aprendan a respetar; la responsabilidad, no sólo se exige, también se comparte, se transmite; valorando sus pequeños logros, siempre que sean producto del esfuerzo y la responsabilidad, se fomente su autoestima; que al ser felices, quieran hacer felices a los demás. No hay que olvidar que lo que se aprende, lo que se experimenta, lo que se siente durante la infancia, deja una impronta en la personalidad de los niños que, en la mayoría de los casos, marcará la vida adulta.

En cuanto a los abuelos, hablo desde mi experiencia personal, es que el mayor trozo en el reparto de la tarta de los beneficios de la relación abuelos-nietos, se lo llevan los abuelos. Si, es cierto, la compensación moral, psicológica y física que reciben los abuelos, es de vital importancia para ellos.

En un momento de la vida en que parece que lo tienes todo hecho: has desarrollado una carrera profesional, has trabajando en casa o fuera de ella; te has casado, o no; has tenido hijos, los has visto crecer, iniciar sus primeros pasos ajenos a la mirada de sus padres, todavía no te crees que todo haya ido bien....Después han terminado sus estudios, tienen trabajo, forman su propio hogar que comparten con su pareja.

Llega en un momento de tu vida normalmente crítico: a lo mejor ya te has jubilado y sientes que no te queda nada por hacer, o estás solo porque tu media naranja ya se ha marchado, o afortunadamente son los dos abuelos quien impacientes esperan esa noticia, en fin, crees que lo que te queda, es ver el tiempo pasar.

En ese momento, uno de tus hijos, que hacía muchísimo tiempo que no te necesitaba, o al menos eso creías tú, va y te dice: papá, mamá, necesitaré que te quedes con tu nieto, algunos ratos, algunas horas, algunos días, mientras nosotros estamos trabajando. Ellos procurarán que sea el menos tiempo posible, por nosotros y por ellos mismos.

De momento no comprendes bien que ratos, que horas, que días serán, ni te importa. No has podido prestar atención a sus palabras, porque de pronto, tu mundo se ha llenado de esperanza; tus días de color; tu silencio de música, el frio da paso a la calidez, la tristeza a la alegría. Te sientes rejuvenecer, vuelves a sentir que eres necesario, que tu experiencia puede servir de ayuda a tus hijos, que puedes darle mucho amor a esa personita que viene y que es carne de tu carne, que procede de ti, que si tú no hubieras estado allí, no estaría en camino .

Cuando al fin llega, cuando la tienes en tus brazos, no importa cuantos nietos tengas, te enamoras inmediatamente. Pero cuando va creciendo y se abraza a tu cuello, cuando borras con besos sus lágrimas, cuando trata de adivinar en tu cara todas las respuestas, cuando te desafía para conocer sus límites, cuando escuchas sus primeras risas, sus primeras palabras, compartes juegos, canciones , cuentos. Cuando durante una siesta compartida, el/la abuelo, se siente acosado, pateado, mordisqueado, a punto de perder su cabellera, pero besado y abrazado espontáneamente por su nieto, es cuando te das cuenta que la vida vuelve a ser bella, y de que si no pasaras muchas horas con tus nietos, si no compartieras tu vida con ellos, si no velaras su sueño, si no espantaras sus fantasmas, si cambiaras la tranquilidad por el bullicio, la comodidad por el ejercicio, la vida no sería tan bonita, ni los abuelos estaríamos tan jóvenes.

Hay otro tipo de situaciones, menos idílicas, como son los casos de ruptura familiar y de dejación o cumplimiento defectuosos de las obligaciones derivadas de la patria potestad por parte de los progenitores. En el primer caso, los abuelos tenemos apoyo normativo para propiciar, en beneficio del menor, un régimen de visitas con sus abuelos, en los casos en que el mero desinterés o la ausencia de uno de los progenitores, impidiera una relación de significativa importancia, como es la relación de los abuelos con los nietos que favorece la socialización del menor, al aportarle estabilidad afectiva y personal. En el segundo caso, existe también una previsión legal que atribuye a los abuelos una función relevante, pudiendo encomendarse a estos, excepcionalmente, la tutela en caso necesario.

No me extiendo más en esta materia, pero creo que puede ser útil, que los abuelos a los que se les niegue la comunicación con sus nietos, sin justa causa, conozcan la posibilidad de recurrir a los tribunales de justicia para remediar esa situación, así como pedir la tutela de sus nietos en casos extremos.

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